El “tongo” en el Alemania-Austria que provocó la unificación de horarios

Ahora parece obvio que todos los encuentros de una última jornada se deban disputar al mismo tiempo, pero en 1982 no lo era y Argelia fue la víctima que propició el cambio 

¿Se imaginan una última jornada de Liga o de cualquier competición con los partidos disputándose a horas distintas o incluso en diferentes días? Si ahora se especula con los ‘biscottos’, de no existir la unificación sería una locura que daría pie a una picardía mal entendida que desvirtuaría completamente el fútbol. ¿Se imaginan que Alemania jugase hoy frente a Costa Rica antes que el España-Japón y que tanto los de Luis Enrique como los nipones supieran que el 1-1 les beneficiaría a ambos? Esto existía y se tuvo que corregir porque eso de que el fútbol es para listos tiene un límite. El de los pactos y el de los amaños, concretamente.

Hubo un encuentro que desencadenó el conflicto y que obligó a restructurar el reglamento. Hay que retroceder hasta el Mundial de España1982 y el protagonista fue precisamente Alemania (RFA). Gracias a aquello hoy puede estar relativamente tranquila en la última fecha del grupo E. Todo empezó con un bombazo de salida, como en Qatar. Argelia se impuso a los germanos en su primer encuentro en una Copa del Mundo (1-2), en lo que era el primer triunfo de una selección africana sobre una europea en la historia de la competición. La excesiva confianza penalizó a la Mannschaft. “Si perdemos ante Argelia, yo mismo compro el billete de avión y me vuelvo inmediatamente a Alemania”, dijo su seleccionador Jupp Derwall. Spoiler. No lo hizo.

El “tongo” en el Alemania-Austria que provocó la unificación de horarios
Los jugadores de Alemania y Austria se saludan al término del partido en Gijón

Rummenigge enderezó el rumbo de Alemania con un hat trick ante Chile en la segunda jornada, mientras que Argelia cedió ante una Austria que llegó líder con 4 puntos al desenlace definitivo. Germanos y magrebíes tenían 2. El asunto es que Argelia y Chile jugaban primero en el viejo Carlos Tartiere, tanto como 24 horas antes que el determinante compromiso entre Alemania y Austria en El Molinón. Los norteafricanos se plantaron en el descanso ganando 3-0 merced a un doblete de Assad y a otra diana de Bensaoula que se lo ponía todo de cara porque, como ahora, la diferencia general de goles era el primer criterio para desempatar. Sin embargo, Argelia perdió gas y únicamente pudo lograr una mínima victoria (3-2).

Alemanes y austriacos tuvieron 24 horas para calibrar todas sus opciones. En sus cabezas dibujaban todas las combinaciones posibles de resultados. Alemania lo tenía claro, necesitaba ganar para acceder a la siguiente ronda, sin importar la diferencia. Austria, por su parte, solo quedaría eliminada si perdía por tres o más goles. La ecuación era sencilla de resolver. ¿Por qué una de las dos tenía que salir entre lágrimas cuando ambas podían acabar contentas?

Los dirigidos por Derwall tuvieron un comienzo arrollador a base de córners y centros laterales. Pero todo varió a raíz de que Hrubesch firmara el 1-0 a centro de Littbarski a los 10 minutos. El juego se ralentizó sospechosamente y no fue a mejor. Pases de un lado al otro sin demasiada intención de atacar. Y cuando uno de los dos equipos se asomaba al área, la acción terminaba de forma desganada sin poner en apuros al portero de turno. En el verde se producían conversaciones entre jugadores de ambos conjuntos que parecían conchabeos a ojos de los espectadores que lo veían por la televisión y de los que estaban presentes en Gijón. El ambiente se fue caldeando en las gradas al grito de “tongo, tongo” y hasta hubo intentos de invasión del terreno de juego por parte de aficionados argelinos que allí estaban.

No se movería más el electrónico. Sorpresa. Alemania siguió adelante como primera y Austria lo hizo como segunda. Argelia, en su debut mundialista, hizo las maletas antes de tiempo. Se marchó con una sensación de injusticia y así lo transmitieron. “Esto ha sido vergonzoso. Los dos equipos deberían ser descalificados”, señaló entre lágrimas su seleccionador Mekhloufi en rueda de prensa. El presidente de la Federación de Argelia lo calificó de “parodia” y de “atentado contra la ética deportiva” y elaboró un comunicado que se leyó en las propias entrañas de El Molinón a los medios presentes: “Ha sido un siniestro complot planeado en contra del equipo argelino y un acto escandaloso e inmoral”.

Schmidt, técnico de Austria, restó hierro al asunto. Aseguró que no perdieron a propósito el encuentro, pero que en un momento dado el resultado les metía en la siguiente fase y no estaban dispuestos a arriesgar. Unas explicaciones que no convencieron al mandatario argelino: “Han tratado inútilmente de justificar lo injustificable. En boxeo los jueces pueden descalificar a los contendientes por falta de combatividad. Si esto estuviera reglamento en fútbol, ni Austria ni Alemania seguirían en este Mundial”.

A lo largo de toda la historia del fútbol han existido estas sospechas sobre algunos envites. Probar las pocas ganas de ganar de un equipo siempre ha resultado una tarea ardua. Lo que sí podía hacer la FIFA era unificar los horarios en las últimas jornadas para minimizar estas situaciones y que no dieran pie a posibles pactos o amaños. El mito portugués Eusebio lo tuvo muy claro desde el principio: “Al jugarse en horarios distintos se conoce el resultado anterior y se puede crear una situación ideal para algún tipo de arreglo”. Dicho y hecho. A partir de la siguiente edición, en México 1986, todos los compromisos con algo en liza en una última jornada de una liguilla en un Mundial arrancan a la vez. Hasta ahora en Qatar.

El “tongo” en el Alemania-Austria que provocó la unificación de horarios
Argelia se estrenó en una Copa del Mundo tumbando a Alemania FOTO: FIFA

Lo vivido en Gijón no pasó inadvertido en Alemania, no escondieron la suciedad debajo de la alfombra. “Una vergüenza para el fútbol”, “el lema de que el fin justifica los medios se arrastró en El Molinón más allá de lo soportable” o “fue un insulto al pueblo” fueron frases que se pudieron leer en los medios de comunicación germanos al día siguiente. “Escándalo a la alemana”, tituló Mundo Deportivo en su crónica del choque.

Alemania siguió su camino en España en medio de líos entre su plantel que nada tuvieron que ver con lo sucedido en Gijón. Había un incendio en ese vestuario. Hrubesch llamó “cobarde” al seleccionador por no convocarle en el duelo contra Inglaterra con el que se inició la segunda liguilla del torneo. Reinders se sumó a las críticas hacia Derwall: “En mi equipo, este hombre no entrenaría ni a los juveniles”. La Mannschaft llegaría hasta la final, previa histórica semifinal frente a Francia en el Pizjuán, pasó a penaltis tras verse 3-1 abajo en la prórroga. Luego Italia ganaría con comodidad. La curiosidad quiso que Alemania se clasificara para las semifinales gracias a que España, que ya estaba eliminada, le rascó un 0-0 a Inglaterra en la última fecha de la liguilla.

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