El partido más violento de la historia y una patada que acabó en tragedia

El Mundial de Chile 1962 pasó a las anales como el más sucio de todos los celebrados: de la Batalla de Santiago entre los anfitriones e Italia a una terrible entrada sobre el soviético Dubinski que terminaría sesgando su vida 

Lo que se vivió hace 60 años en Chile fue más una carnicería que una Copa del Mundo. La Brasil de Pelé revalidó el título cosechado en Suecia cuatro años atrás, la última vez que lo ha logrado una selección, pero la competición es recordada por los graves incidentes ocurridos sobre el terreno de juego en muchos de sus encuentros. La escalada de violencia fue terrible, los equipos le dieron un trabajo extra a los médicos e incluso a los policías. Tuvo su punto culminante en el Chile-Italia, más conocido como La Batalla de Santiago, pero hubo más… y con peores consecuencias.

El episodio más grave, sin lugar a duda, aconteció en el envite entre URSS y Yugoslavia, en lo que fue una revancha de la primera Eurocopa, que se anotaron los soviéticos en 1960. Mujic, bosnio de nacimiento, le partió la tibia y el peroné a Dubinski. El árbitro no señaló ni falta y Mujic acabaría abandonando Chile por decisión de la Federación Yugoslava. Para el soviético comenzó un calvario que finalizaría con su muerte. En 1968 se le diagnosticó un sarcoma debido a la mala curación de las heridas y los médicos no tuvieron más remedio que amputarle la pierna izquierda. Debido a todas las complicaciones, Dubinski fallecería un año después.

El partido más violento de la historia y una patada que acabó en tragedia
Las agresiones y las tanganas se multiplicaron en este Chile-Italia de 1962 FOTO: AP

El Argentina-Bulgaria dejó cinco lesionados en el bando sudamericano y otros dos en el europeo, que no pudieron volver a jugar en el Mundial. Nadie fue expulsado. Severino Reija sufrió una rotura de menisco y Feliciano Rivilla acabó con la pierna escayolada en el España-Checoslovaquia. El portero checo Schrojf recibió un golpe que le hizo perder el conocimiento y estuvo tirado en el suelo varios minutos. Los dos primeros días de competición dejaron 24 bajas, un auténtico parte de guerra. Tras cerrarse la primera jornada, la FIFA se reunió de urgencia el 1 de junio para poner fin a tanta violencia y pidió “mano dura” a los colegiados. La consecuencia fue el partido más salvaje de la historia… al día siguiente.

Primero hay que explicar el contexto. Chile fue designado como anfitrión del Mundial en el Congreso de la FIFA de 1956 celebrado en Lisboa. En 1960, el país fue asolado por el Terremoto de Valdivia, el de mayor magnitud registrado en la historia de la humanidad. Dejó miles de muertos. Hubo un intento de cambiar la sede, sin embargo se mantuvo. “Es porque no tenemos nada que lo haremos todo”, dijeron desde la organización. Y a la postre fue una Copa del Mundo exquisita desde el punto de vista logístico. Chile disponía de pocos medios, pero mucha voluntad y acabaron ganándose la aprobación de todo el mundo.

En Italia eran muy reticentes con la elección del país sudamericano y lanzaron una propaganda muy negativa. Un periodista italiano desplazado a Santiago previamente para conocer el territorio escribió que era una ciudad “de putas y analfabetos”. “Barrios enteros han sido entregados abiertamente a la prostitución. Este país y su gente están orgullosamente miserables y retrasados”, se pudo leer en el periódico ‘Il Resto del Carlino’ de Bolonia. El artículo fue reproducido en ‘El Mercurio’ de Chile, lo que generó un enorme clima de tensión a pie de calle.

Chile e Italia se tenían que ver las caras en la segunda jornada del grupo II. Los europeos venían de empatar a cero con Alemania RFA, “un partido que no se cerró con muertos de milagro”, dijeron las crónicas. Nada comparado con lo que estaba por llegar. Se celebraron reuniones entre periodistas chilenos e italianos para apaciguar los ánimos. Los jugadores de la ‘Azzurra’ ingresaron al verde del Estadio Nacional de Santiago lanzando claveles blancos en señal de buen rollo. La grada respondió con escupitajos, monedas, frutas y objetos varios.

El pitido inicial fue una especie de gong en un combate de boxeo. A los 12 segundos, la primera falta. A los 7 minutos, expulsión de Ferrini. Recibió una patada de Landa, contestó y el italiano se marchó al vestuario antes de tiempo. Aunque costó lo suyo. Se negó a abandonar el terreno de juego y la policía tuvo que entrar para sacarle. Tardó 10 minutos. Fue la primera de las cuatro ocasiones en las que tuvieron que intervenir las fuerzas de seguridad a lo largo del encuentro.

El chileno Leonel Sánchez, que durante el partido le rompió el tabique nasal a Maschio, se fue al suelo al intentar regatear a Mario David cerca del córner. Parecía una disputa normal hasta que el italiano le pateó estando en el piso al más puro estilo Pepe. Sánchez, hijo de boxeador, le lanzó un puñetazo. El colegiado lo dejó correr. Minutos después, Mario David aprovechó que el esférico estaba en los cielos para ir a la disputa con la pierna. Golpeó el cuero y también la cabeza de Sánchez, que se quedó tirado en el césped, por lo que fue expulsado. Chile sacó tajada de la inferioridad de su rival para anotarse la victoria en la segunda mitad con los tantos de Jaime Ramírez y de Jorge Toro (2-0). Los sudamericanos avanzaron a cuartos e Italia cayó eliminada.

El partido más violento de la historia y una patada que acabó en tragedia
Una de las muchas salvajes entradas que se registraron en el Estadio Nacional de Santiago

El árbitro era un británico llamado Ken Aston. Fue criticado severamente al entender que benefició al anfitrión. Años más tarde reconocería que tuvo una mala actuación, aunque se excusó argumentando que lo que dirigió no era un partido de fútbol, “era el juez de un conflicto militar”. Aston entraría en la historia de este deporte por ser uno de los inventores de las tarjetas, lo hizo junto con Rudolf Kreitlein. Se introdujeron por vez primera en el Mundial de 1970, pero su idea se forjó en la edición de 1966. Curiosamente, el primer jugador en ver una cartulina roja en un Mundial fue el chileno Caszely ante Alemania RFA en 1974.

El destino es caprichoso y quiso que Italia y Chile se volvieran a ver las caras en Inglaterra 1966. Quedaron encuadrados en el mismo grupo y se enfrentaron en el debut en Sunderland. La ‘Azzurra’ pudo tomarse la revancha de lo sucedido cuatro años atrás y ganó por idéntico resultado: 2-0 con protagonismo realizador para Mazzola y Barison. En esta ocasión ‘solo’ hubo dos lesionados. Uno por bando: Bulgarelli y Tobar. Eso sí, de poco le sirvió el triunfo a Italia. Tanto ellos como Chile quedaron apeados a las primeras de cambio. Pasaron la URSS y una heroica Corea del Norte, aunque eso será otra historia.

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