Una entrevista con el Papa, las 24 horas de Le Mans y nueve partidos del Mundial de 1954

La evolución del torneo en los medios de comunicación: de solo poder seguirse en los estadios en 1930 a llegar a todos los puntos del planeta en 2022 

Comparar lo que sucedió hace casi un siglo en el primer Mundial de Uruguay con lo que está aconteciendo en Qatar durante estas semanas sería ridículo. Como si se tratase de dos deportes distintos. Por la manera de jugar dentro del terreno de juego pero, sobre todo, por la forma en la que se vive fuera de él. A nivel de seguimiento, de globalización, de gastos o de repercusión en los medios de comunicación. El salto desde 1930 hasta el 2022 actual es abismal. De casi no tener impacto en Uruguay más allá de las personas que acudían a los propios estadios a llegar a todos los puntos del planeta de cualquier manera imaginable en Qatar.

La primera Copa del Mundo importaba poco a pesar de todos los años que costó darle forma. Se disputó para cuatro gatos, en condiciones muy amateurs. Como todo en esta vida, algunos vieron la posibilidad de hacer dinero y de utilizar el torneo para sus propios intereses y aquello empezó a crecer desde la siguiente edición en Italia. Sirva como dato que en el Mundial de Uruguay se vendieron entradas por valor de 255.087 pesos uruguayos, lo que según Google son 6.148 euros. La mayor recaudación fueron los 35.057 pesos originados en las semifinales entre los anfitriones y Yugoslavia.

Una entrevista con el Papá, las 24 horas de Le Mans y nueve partidos del Mundial de 1954
El Yugoslavia-Francia de Suiza 54 fue el primer partido en verse por televisión

Unas cantidades absolutamente ridículas con las que se manejan hoy en día. El ministro de finanzas de Qatar apuntó en 2017 que su país se estaba gastando alrededor de 500 millones de dólares por semana en culminar diversos proyectos de infraestructura para organizar la competición. La revista Forbes estima que el Mundial le ha costado al emirato 220.000 millones de euros, 15 veces más que el de Brasil hace ocho años.

Un crecimiento que ha ido de la mano de la visibilidad que le han dado los medios de comunicación a la joya de la corona de la FIFA. En Qatar hay 12.000 periodistas acreditados cubriendo la información, que contrastan con los 277, de 29 naciones diferentes, que acudieron a la final de 1934 entre Italia y Checoslovaquia. Fue la primera vez que se transmitió un encuentro de la Copa del Mundo a varios países a través de la radio. Ahora hasta puedes escoger la opción de ver el duelo por la televisión con el audio de tu emisora favorita.

Llegó la Segunda Guerra Mundial y todo se detuvo. El balón no volvería a rodar en un Mundial hasta 1950. Brasil también puso toda la carne en el asador y construyó Maracaná para la ocasión. Los plazos, eso sí, estuvieron muy ajustados. Tanto que a siete días de que arrancaran los partidos, el estadio estaba repleto de material de obra. Consiguieron adecentarlo para que 160.000 espectadores presenciaran el partido inaugural entre Brasil y México pero, con las prisas en terminar, se olvidaron de colocar un espacio para los periodistas.

El choque que abrió la competición en Suiza 1954 es historia del fútbol y de los medios. El Francia-Yugoslavia celebrado en La Pontaise, Lausanne, fue el primero en ser retransmitido por televisión. Inglaterra, Francia, Alemania RFA, Bélgica, Dinamarca, Italia, Países Bajos y Suiza se habían asociado meses antes para ofrecer conjuntamente tres grandes eventos que se iban a producir en el verano del 54. Una entrevista con el Papa Pío XII, la salida de las 24 Horas de Le Mans y nueve encuentros del Mundial. Supuso el primer paso para crear una sociedad que agrupara a las televisiones europeas, el germen de Eurovisión, que vería la luz poco tiempo después.

Una entrevista con el Papá, las 24 horas de Le Mans y nueve partidos del Mundial de 1954
El color llegó con el Mundial de 1966 y la final disputada entre Inglaterra y Alemania

Y claro, con la posibilidad de ver los encuentros desde casa, a los promotores de los torneos les entró el miedo de que la gente no fuera a los estadios. ¿Os suena? De cara a Suecia 1958 se produjo un gran acuerdo comercial entre la organización del evento, la empresa de televisores Philips y la aseguradora inglesa Lloyd, quien se comprometió a pagar a los organizadores las localidades no vendidas a causa de la competencia televisiva. Llevar la siguiente Copa del Mundo a Chile supuso un reto tan grande como el océano Atlántico. Las comunicaciones estaban cogidas con pinzas, las imágenes llegaban a Europa 48 horas después del pitido final del árbitro y lo hacían a través de un avión comercial. Eso sí, el vídeo de la final entre Brasil y Checoslovaquia fue enviado en un vuelo especial para que los ansiosos futboleros se mordieran menos las uñas.

Inglaterra 1966 trajo un doble avance audiovisual. Primero porque se pudo seguir en los cinco continentes gracias a la entrada en escena de los satélites y segundo porque el color entró en nuestras vidas. Azul, rojo, verde, amarillo… el blanco y negro quedó atrás. Aunque no para todos. Se calcula que 400 millones de telespectadores siguieron el Mundial desde sus casas. La retransmisión a través del satélite solo pudo ser implementada para la inauguración y para la final, de modo que la polémica por si el gol de Hurst en la final entró o no se extendió rápidamente por todo el globo. Los ingresos en concepto de televisión y publicidad ascendieron a 10 millones de dólares. Hubo que esperar hasta Alemania 1974 para que se retransmitieran en directo todos los encuentros de un mismo torneo.

Con el incentivo de acoger la Copa del Mundo de 1982, en España se construyó Torrespaña en Madrid y los estudios de Sant Cugat en Barcelona. Las audiencias crecían y crecían. El envite inaugural que midió a Bélgica y Argentina fue seguido por 1.500 millones de espectadores, siendo retransmitido a 104 países, y 6.500 fueron los periodistas encargados de cubrir las vicisitudes del torneo. La mitad que en Qatar. Más contratiempos hubo un México 1986. “El mayor desastre en la historia de las transmisiones deportivas”, señaló la Unión Europa de Radiodifusión en una carta remitida a la FIFA. Pese a todo, hubo una audiencia global de 13.500 millones de personas, que en Italia 1990 se dobló y alcanzó los 26.700 millones.

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La cita de Estados Unidos sirvió para dar una vuelta de tuerca en elementos publicitarios FOTO: FIFA

Estados Unidos, rey de gestionar y vender espectáculo, le dio una vuelta de tuerca más al asunto. El fútbol dio el siguiente paso para convertirse en un fenómeno de masas y la organización norteamericana lo sabía perfectamente. Introdujo elementos publicitados durante la emisión de los partidos, como patrocinios en el marcador y el reloj de tiempo, que estaban constantemente en imagen. Fue la solución que encontraron a que no hubiera pausas como en el baloncesto o en el fútbol americano. El Mundial fue visto por 3.200 millones de espectadores.

Pocos avances ha habido en el presente siglo que disparen todavía más las audiencias. 2.100 millones de personas vieron al menos 20 minutos de transmisión de lo que sucedió en Brasil 2014, en el que hubo un ligero bajón con respecto a 2010. El de Rusia, según una auditoría encargada por FIFA, registró una audiencia de 3.572 millones de espectadores. Es decir, más de la mitad de la población mundial con edad superior a cuatro años. El cambio en las últimas décadas ha venido en la forma de consumir el producto. Por ejemplo, con las redes sociales y las distintas plataformas. Y una cosa está clara. El fútbol se hace para ser visto desde una pantalla. En casa o por la calle. Ahí está el dinero.

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