Una derrota para tener presente todos los días
Girona vio al Athletic menos reconocible de la temporada: sin un tercer elemento en la medular, con carencias en las bandas y, sobre todo, con una falta de intensidad alarmante
La de Montilivi es una de esas derrotas que dejan mal cuerpo. No hubo ni rastro del Athletic vistoso, alegre, asociativo y sólido en defensa que se vislumbró durante las semanas iniciales de competición. No eran oponentes de alta alcurnia, tampoco lo era el Girona, pero sí se percibía a un equipo con hechuras importantes. En el último mes, en cambio, le ha costado. Cierto es que la calidad de los rivales ha aumentado. Sin pasar por alto que ha habido buenos momentos como la segunda parte del Pizjuán o a partir de la media hora frente al Villarreal.
Lo preocupante es la tendencia negativa en el fútbol del Athletic. También en los resultados, aunque esto solo es la consecuencia. En Getafe fueron errores groseros a título individual, pero en Girona el desastre llegó con el kit completo. Se trata de un severo toque de atención que debería servir para la reflexión en la caseta a lo largo del parón. ¿Qué les está pasando a los leones? No es un día para olvidar. Al contrario, es para tenerlo muy presente. Con un cartel en la entrada del vestuario de Lezama si hace falta para no tropezar en la misma piedra.
Valverde perdió la batalla en el tablero frente a Míchel FOTO: ATHLETIC CLUB |
Resulta evidente que los rivales le han cogido la matrícula
al Athletic, algo que tarde o temprano iba a pasar. Ahogan a Sancet y el cuadro
rojiblanco se queda sin capacidad de reacción. El valor de los equipos grandes
es encontrar respuestas y alternativas a los problemas.
La sensación es que en el planteamiento inicial de Girona
pesaron más los nombres que mantener la idea de ser dominadores por dentro. Con
Muniain y Herrera de baja por lesión, Valverde apostó por Raúl García y fue el
Athletic menos reconocible de toda la temporada en un contexto que le podía ser
favorable. Y la culpa no la tiene el de Zizur. Sí, el técnico empleó idéntica fórmula contra el Villarreal. No deben caerse los
anillos por renunciar un día concreto porque pienses que la batalla pueda estar
perdida de antemano como frente al submarino amarillo. Pero esto no era
previsible en Montilivi.
Míchel se impuso a Valverde en la batalla de ajedrez en la medular. Por ahí empezaron a perder el control los visitantes. En realidad nunca lo tuvieron porque siempre estuvieron en una manifiesta inferioridad en la sala de máquinas, con sus líneas muy separadas. Vesga no abarcaba todo lo necesario, Sancet no encontraba líneas de pase, Vencedor tampoco ofreció la solución después. Y Raúl García estaba entre dos aguas, lejos de Oihan e incapaz en el área porque el Athletic llegaba a cuentagotas. Por el contrario, Oriol Romeu se comió él solo el centro del campo, Yangel Herrera fue un dolor de muelas a la hora de descolgarse y el toque de Aleix García fue el pegamento necesario para armar el fútbol de los catalanes.
Herrera fue un dolor de muelas para Vesga y Sancet FOTO: ATHLETIC CLUB |
Cuando aparece una grieta, avanza rápido. Este reciente mes
también ha servido para comprobar que existe una carencia en las bandas del
ataque, especialmente pensando en el perfil de extremos que utiliza Txingurri.
Berenguer, Nico Williams e Iñaki son los que mejor se adaptan a ese rol, sin
embargo los tres son titulares indiscutibles. No hay recambios. El de Barañain ha bajado en sus
prestaciones. No es de extrañar que haya picos de forma a lo largo de una
temporada, le puede suceder a Nico Williams. O quizá se lesionan y están un mes
fuera. ¿Qué pasaría entonces?
Muniain lleva actuando en la izquierda los últimos años,
aunque su perfil es muy distinto. Las características de Morcillo sí son más
asimilables, pero su hándicap, a ojos del preparador, parece ser más de cualidades. Luis Bilbao y
Malcom aún están verdes. Una opción podría ser la de introducir a Guruzeta en
la punta de lanza, tres goles le avalan, y desplazar a Williams a la banda. De
hecho, así terminó el Athletic en Girona.
En definitiva, problemas en la pizarra a los que Valverde no
supo dar solución. De lo que no tiene culpa el entrenador es del nivel de
caraja con la que gran parte de sus futbolistas se movieron sobre el verde de Montilivi.
Es recurrente apelar a la falta de intensidad en días así. Algo intangible, ¿qué
es la falta de intensidad? Para mí es que te cojan la espalda una y otra vez,
no ayudar lo suficiente a tu lateral cuando está achicando agua como si no
hubiera un mañana, estar dormido al recibir en zonas comprometidas con el
equipo saliendo, no ver qué sucede a tu alrededor, una barrera que se abre, balones
divididos que caen siempre del mismo lado o que te hagan ocasiones claras en el
primer minuto de cada parte. Eso sin contar los goles. Una derrota para mandar
al Athletic al rincón de pensar.
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