Cuando un perro resolvió el misterio de la copa robada

El trofeo fue sustraído estando expuesto en Londres meses antes de comenzar el Mundial de 1966 y solo un ‘Collie’ llamado Pickles consiguió encontrarlo una semana después 

Justo antes de que los inventores del fútbol le abran los brazos a la Copa del Mundo, un misterioso robo pone en jaque la celebración del evento. Solo un adorable perro será capaz de resolver el enigma. A priori puede parecer la sinopsis de una película de sobremesa del fin de semana para ver con los más pequeños de la casa o también de un capítulo de ‘Rex, un policía diferente’. Quizá sirvió de inspiración para ello, pero es pura realidad. La Copa del Mundo ha sido robada dos veces a lo largo de la historia. La última y definitiva fue en 1983 cuando estaba en las vitrinas de la Federación Brasileña de Fútbol, la fundieron y nunca más se supo de ella. La primera fue en Inglaterra en 1966 y fue encontrada por un ‘Collie’ después de que la policía estuviera una semana dando palos de ciego. Tal como lo oyen.

Expliquemos el contexto. El trofeo actual que se le concede al ganador del Mundial no es el mismo con el que se empezó el camino en 1930. Era un diseño diferente. Desde la primera edición en Uruguay hasta 1970 se entregaba la Copa Jules Rimet, cuando Brasil sumó su tercer título se la quedó en propiedad, como estaba previsto. Era un galardón de 30 centímetros de altura, pesaba algo menos de 4 kilos de plata esterlina chapada en oro y costó unos 50.000 francos. Es el que se puso en liza en Inglaterra 1966, un torneo con dosis especiales de encanto por aquello de ser en el feudo de los inventores del balompié.

Cuando un perro resolvió el misterio de la copa robada
Pickles es fotografiado en el lugar en el que encontró la Copa del Mundo FOTO: FIFA

Acoger la mayor cita futbolística a nivel mundial era motivo de orgullo. La sobriedad que caracteriza a los ingleses debía imperar por encima de todo. Todo seguía los cauces habituales en la organización de un macro evento de este tipo hasta que la Copa Jules Rimet fue expuesta en Londres, en el Central Hall Westminster, el 19 de marzo del 66. Un día duró allí porque 24 horas después había desaparecido, lo que ponía en entredicho toda la seguridad del Mundial. Si no habían sido capaces de proteger una simple copa… ¿cómo iban a mantener el orden cuatro meses después? El país quedaba en un lugar horrendo.

No fue necesario adelantar la versión de ‘Misión Imposible’ con Tom Cruise para acometer el robo del botín. Únicamente había un guardia de seguridad custodiando el trofeo, tenía unos 70 años y el hombre se tomó un lógico descanso para cenar. La FIFA apunta, en una información en su web, que la zona no estaba vigilada a todas horas. En un momento coincidió con un acto religioso en otra planta del edificio y el ladrón aprovechó la coyuntura para forzar la puerta trasera y la vitrina y llevarse el ‘troncho’, que diría Luis Enrique. “Nada en absoluto falló en nuestra seguridad, simplemente robaron la copa”, dijo un miembro del personal de guardia en un alarde de optimismo.

Se han hecho cientos de películas con un guion similar. Cambiando, por ejemplo, la Jules Rimet por unas alianzas de boda y a Inglaterra por un hermano despistado y con ganas de fiesta. Lógicamente se montó un dispositivo gigantesco para corregir el entuerto. En caso de no recuperarla… ¿qué se le entregaría al campeón?, ¿cómo lo explicarían? El presidente de la Asociación Inglesa recibió un anónimo de alguien que firmaba como Jackson pidiendo un rescate de 15.000 libras. Se acordó una reunión con el susodicho, a la que la policía acudió de incógnito. Le detuvieron, sin embargo no era el culpable. Era un ladrón de poca monta que respondía al nombre de Edward Bletchley, quien reconoció ser un simple intermediario. No se libró de una condena de dos años en prisión. Inglaterra era el hazmerreír del planeta. Una semana apareciendo en las portadas de todos los periódicos, siguiendo pistas falsas y volviéndose locos.

Cuando un perro resolvió el misterio de la copa robada
La exposición en el Central Hall Westminster, pero sin la Copa Jules Rimet FOTO: GETTY

Incluso se llegaron a plantear el mandar hacer una réplica y que nadie se enterara del ridículo. Muchas mentes ya se imaginaban la escena del ganador del Mundial levantando en Wembley una copia barata del trofeo que se cayera a pedazos en el momento de la verdad. La señora que años más tarde se puso manos a la obra con el ‘Ecce Homo’ de Borja tampoco pensaba que la gente se percataría porque tenía la mejor la voluntad del mundo, peeeeero… Entonces entró en escena el héroe inesperado que salvó la Copa del Mundo, literalmente. Un perro de raza ‘Collie’ llamado Pickles resolvió el misterio al que no pudo dar solución ni la policía ni Scotland Yard.

“Estaba envuelto en papeles de periódico y fuertemente atado con una cuerda, apoyado contra la rueda del coche de mi vecino”, explicó en una entrevista a FIFA David Corbett, dueño del animal. Pickles lo detectó de inmediato y allí se fue. Corbett le siguió, aunque con cierta prudencia porque eran tiempos peligrosos: “Por entonces el IRA (Ejército Republicano Irlandés) andaba suelto, así que pensé que era una bomba y lo dejé en el suelo. Lo levanté y lo volví a dejar. Entonces la curiosidad me pudo. Rompí un poco el envoltorio y había una chapa lisa. Seguí rompiendo alrededor y aparecieron los nombres de Brasil, Alemania, Uruguay…”. Conocía la noticia y se percató al instante: “¡Creo que he encontrado la Copa del Mundo!”, le dijo a su mujer. Efectivamente, estaba tirada en un seto en South Norwood.

Cuando un perro resolvió el misterio de la copa robada
David Corbett y Pickles fueron invitados a la recepción después de que Inglaterra ganara el Mundial

Corbett llevó el paquete a la comisaría… lo que le convirtió en el principal sospechoso del robo. Fue trasladado a Scotland Yard. Después de varias horas siendo interrogado y de algunas semanas estando en el punto de mira de la policía, quedó libre de todo pecado. Nunca se llegó a atrapar al verdadero ladrón, supusieron que se deshizo del botín viendo la creciente repercusión que estaba adquiriendo el caso. Como recompensa, a Corbett le hicieron entrega de una medalla, le dieron 6.000 libras y hubo un regalo especial para Pickles: comida gratis durante un año. El perro se hizo famoso. Salió como extra en alguna película, le hizo la competencia a ‘The Beatles’ y fue colmado de distinciones. No era para menos. Había salvado el orgullo de Inglaterra.

El guion salió perfecto porque los ‘Three Lions’ se proclamaron campeones del mundo el 30 de julio de 1966 tras batir en la final a Alemania con muchas dosis de polémica merced al gol fantasma de Hurst en la prórroga. Corbett y Pickles también estuvieron en la celebración del título, hasta se codearon con la reina Isabel II. “Después de la final nos invitaron a la recepción en Londres. El equipo estaba en un enorme balcón y la calle estaba repleta de gente. Bobby Moore, el capitán, levantó a Pickles y lo mostró a la multitud. Fue muy emocionante para mí y pienso que también para todo el país”, aseguró Corbett a la BBC. El ‘Collie’ resolvió un robo y también “cambió” la vida de su dueño gracias a la recompensa lograda. “Me ayudó a comprar mi casa. Ahora está enterrado en el jardín y en las noches de verano, salgo con una copa de vino, hablo con él y le dijo: ‘Salud, Pickles, y gracias’”.

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