La chapuza de la FIFA para el Mundial de 2026
Habrá una ampliación a 48 selecciones, pero el problema vendría con un formato de grupos con tres equipos que darían pie a posibles apaños y que Infantino se está planteando cambiar
Qatar 2022 ya es pasado, toca mirar al futuro. Atrás queda el Mundial más vergonzoso de la historia por todo lo que le ha rodeado y esperemos que no vuelva, aunque conociendo cómo funcionan las altas esferas en el fútbol podemos tener claro que volverá. Con otros dirigentes y en un lugar distinto, pero seguro que volverá. La mirada ya se clava en la edición de 2026, la primera que acogerán tres países: Estados Unidos, México y Canadá. Nuevo ciclo, nuevas ilusiones. Los ansiosos están de suerte, ya que una cosa sí tenía buena celebrar el torneo en noviembre y diciembre. Y es que estamos ante el periodo más corto de siempre entre una Copa del Mundo y la siguiente. Apenas tres años y medio de espera.
Vendrá con una novedad mayúscula. Vuelven a aumentar los participantes. De 32 a 48. Es decir, que de las 211 federaciones que se encuentran afiliadas en la FIFA, casi un cuarto de ellas obtendrá el pasaporte mundialista. Un 22,8%, concretamente. Una ampliación que también realizó la UEFA en 2016 en la Eurocopa. Desde el comienzo de los tiempos futbolísticos han ido subiendo el número de selecciones en las fases finales, pero habría que establecer un límite. Los 48 equipos implican un cambio de formato, que a la postre es la principal transformación, algo que no sucedía en el Mundial desde que lo empezaron a disputar 32 conjuntos en Francia 1998.
En el siguiente Mundial subirán los participantes a 48 y cambiará su formato FOTO: FIFA |
El Consejo de la FIFA decidió por unanimidad en enero de
2017 esta variación. La idea original era organizar 16 grupos con 3
selecciones cada uno. Se disputarían como un triangular, pasarían dos y
después habría eliminatorias desde dieciseisavos hasta la final. De esta forma
no aumentarían los días de duración de la competición ni el máximo de
encuentros que pudiera jugar cada país, de modo que no sobrecargarían todavía
más el calendario. En lo que quizá no repararon lo suficiente es que ese
formato de grupos de tres sería un caldo de cultivo para posibles apaños en
la última jornada, en la que un equipo estaría esperando acontecimientos
desde el hotel.
Vamos con un ejemplo práctico, nada descabellado, que
así siempre se ven mejor las cosas. Tomamos como referencia un posible grupo
salido de este Mundial. España le gana 1-0 a Costa Rica en
la primera jornada. En la siguiente, Costa Rica y Japón empatan
sin goles (0-0). En la tercera, si España y Japón firman tablas,
ambos cumplen sus objetivos. Los europeos pasarían primeros y los
asiáticos, segundos. Pero es que si, llegado el momento, España ganase 2-1 a
Japón, también seguirían avanzando los nipones como segundos. Ya hay suficiente
picaresca con cuatro equipos en el ajo actuando a la vez, como para dejar
abiertas más puertas.
Las cabezas pensantes parece que le han dado una vuelta extra al asunto. Ahora barajan la opción de que sean 12 grupos con 4 contendientes. Pasarían los dos primeros y, aquí está el principal inconveniente, los ocho mejores terceros. Y después cruces desde dieciseisavos. En opinión personal, un mal menor comparado con el modelo de triangulares. Algo que a buen seguro que seduce a la FIFA es que de un formato a otro se pasaría de 80 a 104 partidos, cuando ahora son 64.
Canadá, México y Estados Unidos serán los encargados de albergar la próxima cita |
Lo visto en Qatar ha sido clave para que alguien hiciera
‘toc, toc’ en sus despachos y se replantearan el boceto. El Mundial perdería
parte de su esencia si le quitas la emoción simultánea de las últimas
jornadas con dos choques en liza. Para muestra, lo sucedido en el grupo con España,
Alemania, Costa Rica y Japón. Todos estuvieron metidos en octavos y todos
estuvieron eliminados en algún momento de los 90 minutos de sus compromisos. O
el vuelvo de Corea del Sur ganándole a Portugal sobre la bocina para
mandar a casa a una Uruguay que se dedicó a especular medio encuentro
frente a Ghana. “Después de ver el éxito de esta fase de grupos con grupos de cuatro equipos, tenemos que revisar para ver si mantenemos el formato de tres para 2026 o conservamos este, tan apasionante, de cuatro. Tenemos que ver cuál
es mejor. Siempre estamos abiertos a mejorar”, manifestó Gianni Infantino
en una rueda de prensa en la que hizo balance de lo acontecido en Qatar.
Históricas y justificadas han sido las protestas de las confederaciones de África y Asia por la descompensación existente respecto a las plazas que se les conceden a Europa y a Sudamérica. Especialmente atendiendo a la población de sus continentes. ¿La solución para encontrar cierto equilibrio es aumentar el número global de participantes? Desde luego es la respuesta más sencilla. También podrían establecer un ranking como hace UEFA con las ligas de cara a las competiciones de clubes. Van subiendo o bajando en la tabla según los resultados obtenidos y sus países obtienen más o menos plazas para los torneos. Meritocracia. El reparto que ha diseñado FIFA será el siguiente: 16 de Europa, 9 de África, 8 de Asia, 6 de Conmebol, 6 de Concacaf (incluyendo a los tres anfitriones), 1 de Oceanía más 2 selecciones que llegarán a la Copa del Mundo a través de un playoff intercontinental.
Infantino ha reconocido que se plantean los grupos de cuatro en lugar de tres FOTO: REUTERS |
El formato de la mayor competición del planeta ha ido
evolucionando con el paso de los años. Empezó con grupos en 1930, las dos
siguientes ediciones se disputaron completamente por eliminatorias, en 1950 se
resolvió con un cuadrangular y hasta hubo grupos de cuatro en 1954 en los que
había dos cabezas de serie que no se enfrentaban entre sí. El asunto no se
estabilizó hasta 1958, con cuatro grupos de cuatro conjuntos y luego cruces
desde cuartos. Para Alemania 1974 se dio una vuelta de cara a la segunda fase y
se decidió que también fuera una liguilla. Se mantuvo, con matices, hasta
España 1982, la primera Copa del Mundo con 24 países. Desde México 1986
hasta nuestros días el mecanismo es prácticamente idéntico. Con una fase
inicial de grupos que da pie a las eliminatorias. En Francia 1998 se subió a
32 competidores y así hasta la fecha en Qatar 2022.
Para mí, 32 selecciones es el número ideal para
mantener el nivel, para dar cabida a las sorpresas, para que haya emoción y
para no saturar (más) el calendario. Es innegable que el aumento supone una oportunidad
histórica para muchos países y les puede servir para crecer. Aunque también
tenemos ejemplos de naciones que hace años transitaban en el vagón de cola
internacional y que participaron en un Mundial como Panamá, Islandia,
Bosnia, Togo, Angola, Trinidad y Tobago o Senegal. Y otros que se quedaron
a las puertas como Macedonia del Norte, Mali, Siria, Jordania, Burkina Faso,
Venezuela o Montenegro. Pero con más países disputando una Copa del Mundo,
más federaciones contentas, más votos y más fácil tomar algunas decisiones. Y
más dinero, sobre todo, más dinero. El próximo Congreso de la FIFA será en
Ruanda en 2023 y allí decidirán sobre el formato definitivo, no se pueden
demorar porque en 2024 deben arrancar las fases de clasificación. Que al
menos la siguiente decisión no sea celebrar el Mundial cada dos años. Que
nos dejen disfrutar a los que sabemos degustar las cosas cuando toca.
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