La peripecia de un viaje exprés y feliz a Valencia

Lo rápido que organizan un desplazamiento cuatro seguidores del Athletic, unos filetes de lomo con sabor a caballa y un marcaje a Roberto Laiseka que ni en Luz Ardiden en 2001 

Cómo disfruté en Valencia. De las mejores experiencias en un campo a domicilio viendo al Athletic. Es obvio que el resultado acompañó, pero la grada estuvo metida en el partido desde una hora antes de comenzar. No quería tropezar en la misma piedra de la temporada pasada, tampoco los jugadores. Esos irreductibles aficionados rojiblancos situados en la parte alta de un córner de Mestalla silenciamos a los 44.000 seguidores locales. Y los dirigidos por Valverde hicieron lo propio con el fútbol che. Lo que se dice un día perfecto. Sí, merece la pena viajar con tu equipo, aunque cada vez se pongan trabas. Lo más probable, por simple estadística, es que te vuelvas escarmentado. Salvo clubes contados, lo habitual cuando juegan los tuyos fuera de casa es que pierdan. La apuesta era arriesgada. El Athletic llevaba seis desplazamientos consecutivos ante conjuntos de Primera sin ganar. Se desquitó a lo grande.

Vamos por estricto orden cronológico. No hace falta mucho para que unos hinchas del Athletic concreten para montar una escapada para ver a los leones. Bastaron menos de cinco minutos en la previa del partido contra el Real Madrid mientras echábamos un trago para dar el visto bueno a la operativa y empezar a organizar. Tocaron las entradas, no había demasiada demanda, y la maquinaria se activó. Cuatro ‘chalaos’ muy valientes nos íbamos a ver los cuartos de Copa.

La peripecia de un viaje exprés y feliz a Valencia
La irreductible afición rojiblanca en una de las gradas altas de Mestalla FOTO: ATHLETIC

Cuando me embarco en estos viajes me gusta pasar el día en la ciudad. En este caso, para comer una rica paella por el centro de Valencia o cerca de la Malvarrosa en un lugar que ya tenía fichado cuando estuve con Erramun (inseparable compañero de fechorías) viendo el Levante 3-0 Athletic que le costó el puesto a Berizzo. Sin embargo, esta vez era inviable. Tocaba desplazamiento exprés, pasamos poco más de 12 horas en la ciudad del Turia. Llegamos a las 17.30 horas del jueves y nos marchamos a las 6.15 con mucho sueño y más felices que cuatro perdices.

¿Habéis comido alguna vez unos filetes de lomo con sabor a caballa? Nosotros tampoco… hasta el otro día. Debe ser la especialidad de la casa en un área de servicio situada entre Teruel y Zaragoza en la que además creo que fabricaban el viento norte. No daré muchos más detalles salvo que alguno quiera probar ese manjar en un futuro. Era el segundo plato de un menú del día de 12,50 euros que estaba aceptablemente bueno, pero claro, si te fríen la carne y el pescado en la misma plancha…

Fue llegar a Valencia, dejar los bártulos en el hotel y poner rumbo a la zona donde la afición bilbaína llevaba todo el día de jarana. “Pues nada, que los chicos parece que no se quieren ir”, le decía un Policía Nacional a su compañero con media sonrisa y cara de resignación. Y es que su labor era escoltarnos a pie hasta la puerta de Mestalla para evitar incidentes. No hubo ni uno, al menos que yo viera.

La peripecia de un viaje exprés y feliz a Valencia
Williams celebra uno de los goles del equipo con los seguidores bilbaínos FOTO: ATHLETIC

En este punto toca explicar el ‘factor Roberto Laiseka’. Me lo encontré en la cola de San Mamés para recoger la entrada, en la famosa área de servicio entre Teruel y Zaragoza, en un bar antes de poner rumbo al estadio y en los servicios de Mestalla. Creo que no había sufrido tanto acecho desde que Armstrong y Ullrich le amenazaban desde la distancia para evitar su histórica victoria en Luz Ardiden en el Tour de 2001.

Dentro fue una completa fiesta. Eso sí, hubo algún cántico fuera de lugar como el “puta Valencia” y otros con cierta gracia, pero que también podían resultar ofensivos. “Valencia es de los chinos”, por ejemplo. Si una hinchada visitante te canta eso en San Mamés se monta una pitada buena. En Mestalla pasaron, la verdad. Bastante tienen con su jaleo interno. Por cierto, bravo por la Herri Harmaila, que entró con 20 minutos de retraso al partido porque fueron retenidos por la policía, a la hora de dirigir los cánticos. Cada vez que se escuchaba alguno que podía originar conflicto, se lanzaban con otros para animar al Athletic sin faltar a los locales.

Con la lógica tensión por el resultado, pero fue un triunfo plácido. Repleto de felicidad en cada gol bilbaíno. Solo hubo un pequeño susto con el 1-1, pero duró un par de minutos. El Athletic mostró su versión más efectiva en el momento justo. Dio tiempo para celebrarlo en el mismo Mestalla y empezar a pensar en el rival de semifinales… y en otro posible viaje. Ya veremos. Después de más de media hora esperando a que la policía nos dejara salir del estadio, un bocadillo de lomo con sabor a lomo para cenar, un par de refrigerios viendo la prórroga del Real Madrid-Atlético, al hotel y a dormir. Hasta la próxima.

PD: Solo comento que mis dos desplazamientos fuera de Bizkaia para ver al Athletic esta temporada han sido en Elche (1-4) y en Valencia (1-3). A Vigo ya no me da tiempo, lo siento.

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