Entre la necesidad del club y el estancamiento de Villalibre

El Athletic renueva al gernikarra hasta 2025 en una demostración de que mantiene su confianza a pesar de que es el cuarto delantero en la rotación de Valverde 

Habrá ‘búfalo’ para dos años más. Terminaba contrato en junio y ha llegado a un acuerdo con el Athletic para prolongarlo hasta 2025. Un movimiento que, desde el prisma de cualquier otro equipo, no tendría lógica dados los números de Asier Villalibre y los minutos que ha tenido en los últimos tiempos. Sin entrar a valorar las causas, pero la evidente lectura que se haría es que no ha terminado de encajar. Sin embargo, el Athletic es diferente. Ni mejor ni peor. Es así y los caminos que toma no son los mismos que el resto. Por convicción y por pragmatismo, tiene sentido la renovación del gernikarra.

Claro que aquí existen dos puntos de vista. Es lógico que el Athletic quiera mantener su apuesta por Villalibre. Tiene 25 años y cuenta con margen para explotar. No supone un desembolso económico mayúsculo. Es un hombre de club, identificado al 100% con el escudo y con su gente. No se atisba ni a corto ni a medio plazo un delantero centro en Lezama para que se asiente en el primer equipo. Tampoco lo hay en el mercado. La necesidad en el club bilbaíno es evidente. Raúl se encuentra en el tramo final de su carrera, también acaba contrato en junio y a ver qué sucede. Guruzeta ha tenido una buena racha, pero es una incógnita en la élite. Es obligado que el Athletic reparta los huevos en distintas cestas.

Entre la necesidad del club y el estancamiento de Villalibre
Uriarte, Villalibre y Mikel González, en San Mamés tras la renovación del delantero FOTO: ATHLETIC

Desde la óptica de Villalibre sí puede resultar más extraño. Aunque hay que partir de la base del sueño que supone para él vestir la zamarra rojiblanca. Solo hay que ver su cara de felicidad detrás de esa frondosa barba en las declaraciones distribuidas por el club. Y que además sabe que por todo lo descrito anteriormente, si lo hace bien, puede tener un hueco. Eso sí, de momento se encuentra en ‘stand by’. Como decía Ziganda, todo lo que no mejora, empeora. Y si el ‘búfalo’ no dispone de minutos, va a ser complicado evolucionar y salir del estancamiento que padece. Al menos con los roles que hay en estos momentos en el Athletic.

Villalibre fue el pichichi de la pretemporada rojiblanca, lo que le colocó en el once en el debut liguero frente al Mallorca. A partir de ahí, ninguna titularidad más con la salvedad de la cita copera en Alzira. Es el cuarto delantero para Valverde. Guruzeta viene siendo la referencia en los últimos encuentros, con las alternativas de Williams y Raúl García. El técnico solo ha recurrido a Asier recientemente para la heroica en los minutos finales ante Osasuna. Le pide que sea algo más que un hombre de área, que baje a recibir o que se asocie. Algo que sí le proporciona Guruzeta.

Esta situación no es exclusiva de Txingurri, con Garitano y con Marcelino era similar. La única continuidad que ha tenido el de Gernika en el Athletic fue en el tramo final de la 2020-21 después de perder las dos finales de Copa. La clasificación europea para los leones estaba harto difícil y el asturiano movió el árbol para encontrar soluciones. El no estar rodeado por un bloque titular no ayudó a Villalibre, no era la situación idónea para dar un puñetazo sobre la mesa. Pero lo cierto es que en el fútbol no se pueden elegir los momentos. El tren llega y o lo coges o no sabes cuándo pasará el siguiente… si es que llega a pasar otro.

Entre la necesidad del club y el estancamiento de Villalibre
Villalibre se dirige al público rojiblanco en el amistoso disputado en Anduva FOTO: ATHLETIC

Sumando todo lo jugado en las tres últimas temporadas, Villalibre se va a los 3.180 minutos. Por comparar, Williams disputó 3.288’ solo en la pasada. En la presente, la fotografía tampoco es halagüeña. El ‘búfalo’ solo ha estado sobre el verde en 193 minutos, 94 en Liga y 99 en Copa. Es complicado que pueda revertir la situación de cara a la segunda vuelta, así que no extrañaría que el movimiento de renovación vaya unido a una posible cesión. A priori sería positivo para todas las partes, siempre que se escoja el lugar adecuado.

Los caminos para llegar a triunfar en el Athletic son inescrutables. A veces lo mejor es romper por lo sano con las cadenas que te atan a Lezama y hacer tu carrera. Posiblemente los trayectos se crucen de nuevo en el futuro. Ahí están los ejemplos recientes de Beñat o de Aduriz. Futbolistas que se encontraron con un techo en San Mamés, hicieron las maletas y luego regresaron. Previo pago, claro está. Sin esa ‘mili’ en el Conquense y en el Betis del centrocampista y en el Burgos y en el Valladolid en el primer agur del donostiarra, seguramente no hubiesen llegado a gozar de una carrera tan prolífica en Bilbao. Aunque el fútbol no es una ciencia exacta. Lo que funciona para unos, no es sinónimo de que sirva para otros.

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